El Akita es un perro de conducta disciplinada. Silencioso, reservado, con un gran autocontrol que hace de él una de las razas más equilibradas. Paciente con los niños. Es capaz de adaptarse a cualquier estilo de vida.
Inicialmente, siempre tienden a mostrarse desconfiados con los extraños. Muestran una actitud reservada. No obstante, se transforma en una fidelidad suma y una actitud protectora hacia su familia.
Son sumamente discretos y silenciosos. Incomparables guardianes. Únicamente ladran cuando es necesario. En Japón existe un famoso dicho popular: “Si tu Akita ladra preocúpate”.